Dedicado a mi amiga Mary Carmen Lozano
¿Cuántas veces hemos deseado sentirnos completamente felices completamente alegres, completamente llenos?
Buscamos en algún rinconcito de nuestra mente o de nuestro corazón un lugar donde sentirnos a gusto. Puede ser un recuerdo que nos trae bellas imágenes, puede ser una música que suena, puede ser una película que sabemos que al verla nos vamos a sentir bien. Queremos sentir una profunda e inmensa sensación de infinita felicidad y por eso también tenemos la opción de salir afuera, irnos a un restaurante que sabemos nos encanta, invitar a ciertas personas con las cuales nos sentimos a gusto, preparar una cena súper romántica con la persona que ocupa nuestro corazón y así en nuestra mente y en nuestro corazón buscamos ese lugar paradisíaco, un lugar donde no hay espacio para lo negativo; y ese lugar lo conocemos nosotros y sabemos que allí estamos a salvo, estamos resguardados y podemos sentirnos seguros.
Invertimos tiempo y, a veces dinero, porque queremos alcanzar un estado feliz fuera de la vida que nos ocupa a diario…
Además de esos lugares, de esa música, de esos paseos, agregamos otro elemento externo como puede ser un elemento recreativo, de diversión o de otro tipo que aumenta ese placer aún mas y es el más propicio para sentirnos distendidos, relajados, para poder aceptar ese momento que queremos vivir.
Y si no ocurre nada externo que de al traste con nuestro proyecto, podremos disfrutar de ese momento tan anhelado donde nosotros al fin somos «nosotros», donde la vida es «vida» y donde los problemas previos parecen esfumarse como por arte de magia.
Si eso es la felicidad momentánea, entonces, ¿qué es el Éxtasis de la Felicidad?
Se trata de un instante en el cual los sentidos han sido totalmente tomados por la quintaesencia o, en otras palabras, por el sentimiento máximo de dicha felicidad en toda su pureza y verdad. Es un estado de realización y consciencia que nos entrega a la verdadera afirmación del ser. Esto ocurre en muchas vivencias y estados personales; en el plano sexual se le llama orgasmo, en el plano metafísico y místico se produce lo mismo a otro nivel, y lo mismo ocurre en el plano intelectual. Es El Éxtasis. Un instante en el cual todos nuestros sentidos pueden abrazar el firmamento, adentrarse en él, cruzar bóvedas celestes, atravesar nebulosas de luz, agujeros negros intensos. Nos parece que para llegar a este momento necesitamos abandonarnos a nosotros mismos, y simplemente dejar que el corazón siga latiendo por sí mismo, que la mente busque por ella misma mientras algo en nosotros se va relajando, quizás la conciencia… Es un sentimiento que nos hace vernos a nosotros mismos como seres divinos, como si por un momento recordásemos que antes de ser humanos fuimos dioses, o por lo menos algo parecido.
¿Alguna vez has sentido tanto amor por alguien, te has sentido tan enamorado de alguien que apenas puedes balbucear palabras al darte cuenta de ello, y cuando éstas salen de tu boca alguien podría pensar que estás completamente borracho, aunque no hayas tomado ni una gota de alcohol? Sí, estamos borrachos de amor, algo que nunca habíamos sentido antes. Y entonces es cuando comprendemos el significado de los versos de Rubayyat. Es un momento mágico que nos sorprende a nosotros mismos; sentimos que no es simplemente felicidad lo que estamos viviendo, sino algo más trascendental, profundo o elevado, algo que no deja que seamos dueños de nosotros mismos, algo muy hermoso que nos ha robado el alma.
¿Podemos llegar a sentir cosas así en nuestro día a día? ¿Es posible alcanzar el Éxtasis en una situación que consideramos normal, incluso, por qué no, aburrida o metódica? Porque pareciera que el Éxtasis se puede llegar a alcanzar solamente por medio de situaciones determinadas, de momentos extremadamente bellos e importantes, o quizás complicados o difíciles de adquirir. También se podría pensar que puede llevarse a cabo si y sólo si uno es extremadamente sensible.
Sin embargo sí se puede alcanzar en medios muy rudimentarios porque el Éxtasis es la capacidad que tenemos de proyectar nuestro ser en un conjunto interrelacionado: mente, espíritu, cuerpo. Es el poder del pensamiento circulando por todo nuestro ser. Nos otorga el don para llegar a lugares insospechados, abrazar momentos soñados, sentir que estamos en otra dimensión. Nuestra capacidad de pensamiento, un arma poderosísima.
En nuestro día a día, podemos entrar en nuestro cuarto de baño, abrir la cortina, dar a las llaves del agua, preparar jabones y sales, darnos un baño para superar el estrés diario. También podemos tomar una ducha, sentir que volvemos a tener energía y vigor. Nos sentiremos completamente nuevos.
Pero también…
Podemos cerrar los ojos e imaginar que estamos en un bosque mágico, mientras el agua va cayendo sobre nuestro rostro. Poco a poco comenzamos a sentir que estamos en ese lugar lleno de energía, de magia y amor y nos vamos dejando llevar por todas esas sensaciones. El agua que cae no es la ducha sino una catarata, y así la vamos sintiendo cada vez más evidente, hasta que sentimos una dicha absoluta, y nuestro rostro va dibujando una sonrisa. No hablamos ni decimos nada. Solamente «sentimos». Al final ya no estamos en ninguna ducha y la experiencia es totalmente espiritual. Podemos sentir a nuestro alrededor elementos de la naturaleza considerados » magicos», aunque aquí y ahora son naturalmente aceptados. Entonces terminamos y salimos, nos ponemos una toalla cubriendo parte de nuestro cuerpo y otra a modo de turbante. Nos sentimos felices, no solo por lo que hemos visto sinó porque sabemos que, misteriosamente, aunque lo hayamos imaginado, ha sido tan intenso y profundo que nos damos cuenta de que en aquel momento estábamos en otro lugar tiempo_espacio. Y que nuestra mente es misteriosa y profundamente poderosa. No nos sentimos humanos, sino algo más que no sabemos bien qué es. O sí. Es el Éxtasis.
Fotografía: Krisztina Vleskó
Texto ©propiedad de la autora
💌 GRACIAS POR TU VISITA, Bienvenid@ !